Los bancos cada vez atienden más al perfil digital de sus clientes al concederles un préstamo. Los métodos tradicionales para evaluar la salud financiera van quedando obsoletos y el sector bancario rastrea la actividad en redes sociales para averiguar si el cliente devolverá o no un crédito. Dar un “me gusta” a cierto grupo de Facebook o tener determinados seguidores en Instagram puede convertir a alguien en un moroso en potencia.
Varias entidades financieras españolas utilizan ya plataformas de rastreo de la huella digital. Esto es: potentes herramientas de gestión masiva de datos que monitorizan a qué tipo de páginas web accede una persona, qué tipo aficiones tiene alguien en Facebook, cuál es su actividad en Twitter o dónde están hechas sus fotos de Instagram.
“Hasta hace poco, los bancos solo podían utilizar datos financieros, como nómina, vida laboral, participaciones en empresas, registros de morosos…, pero estos datos no siempre existen o son útiles. Hay personas que no tienen una trayectoria suficiente como para poder evaluar adecuadamente su situación financiera”, explica Javier Fariñas, socio de la firma Axis Corporate.
El poder de las redes sociales
- Especialistas. La compañía británica Hello Soda recopila datos de usuarios en redes sociales y los facilita a compañías que quieren personalizar más sus ofertas o afinar su sistema de evaluación crediticia.
- China. El Gobierno de Pekín ha lanzado el “sistema de crédito social”, por el que todos los ciudadanos tendrán una determinada nota en función de sus interacciones sociales (cuándo han dejado créditos impagados, cómo actúan en redes sociales…). Esta puntuación será clave al solicitar una hipoteca o para opositar a un puesto de funcionario.
- Famosos. La firma china Juabao, especializada en intermediar préstamos entre particulares, da menor probabilidad de impago a aquellos clientes que tienen a algún famoso como seguidor en sus redes.
Esta compañía trabaja con varios bancos para ayudarles a crear una plataforma de gestión de big data que les permita realizar un “perfil comportamental” del potencial cliente.
Para realizar esa labor no se utilizan solo datos extraídos de las redes sociales. “Los bancos aprovechan la dirección postal y el número de teléfono fijo para tratar de evaluar el perfil social del barrio. Además, al permitir a la web del banco consultar las cookies de internet, pueden ver el rastro de qué tipo de páginas solemos visitar”, apunta Fariñas.
De acuerdo con una información publicada en el diario Financial Times, en Reino Unido hay una firma de evaluación crediticia que analiza si una persona mencionaba en Facebook la expresión waste money (despilfarrar o dilapidar el dinero) a la hora de conceder un crédito.
900 perfiles
Con tan solo un puñado de datos recopilados, las firmas especializadas pueden elaborar 900 perfiles que ayuden a detectar a un posible moroso. La forma de operar se basa en analizar otros usuarios con características similares y ver si han tenido mayores niveles de impago que la media.
Para demostrar a los bancos que estas herramientas funcionan, las plataformas hacen pilotos ciegos. Se analizan solicitudes de créditos sin saber quién es el titular y se trata de predecir el nivel de morosidad. “Los bancos están viendo que estos sistemas les permiten mejorar sus datos de créditos impagados, con lo que mejoran sus beneficios y su capital”, explica el experto.
El flujo de datos que se analiza cada vez se amplía más. “Ya hay compañías que analizan cómo deslizamos el dedo por la pantalla del móvil, para intentar trazar patrones de comportamiento”, explica el consejero delegado de una gran aseguradora.
Aunque este panorama ya se parece mucho a la distopía esbozada por la serie Black Mirror, el rizo aún se puede rizar más. En China hay una aplicación de préstamos entre particulares que exige al usuario pleno acceso a los datos de su móvil (mensajes, geolocalización…).
Fuente: El País