Los indicadores económicos europeos muestran a España como uno de los países con una desigualdad más acentuada. Alimentan este estado la disminución en el número de empleos estables y la bajada de los salarios, un círculo perverso que ahonda aún más la precariedad del mercado laboral y agudiza el malestar social.

El informe difundido esta semana por el Instituto Nacional de Estadística apuntala esa sensación de empobrecimiento instalada en ámbitos cada vez más extensos de la sociedad. Los datos reflejan que el año pasado, el sueldo medio bruto de los españoles cayó por primera vez desde 2006. El recorte, del 0,8%, sitúa la retribución mensual en 1.878 euros. Preocupante es también que unos tres millones de asalariados perciban menos de 1.000 euros antes de impuestos.

Examinando los datos con detalle se observan peligrosas discriminaciones. La brecha salarial existente entre hombres y mujeres evidencia que el mercado laboral sigue privilegiando injustificadamente a los trabajadores masculinos. Mientras el salario medio bruto de ellos es de 2.075 euros mensuales, ellas perciben 1.661. Además, el número de mujeres que ganan menos de mil euros es el doble que el de hombres. Las trabajadoras asumen los empleos peor retribuidos, son víctimas propiciatorias de la temporalidad y tienen más dificultades para desarrollar sus carreras profesionales. Todos estos elementos contribuyen a consolidar una brecha salarial que resulta a todas luces intolerable.

Es precisamente ahora, en un momento en el que la economía crece a un ritmo del 3% y genera medio millón de puestos de trabajo al año, cuando los partidos, el Gobierno, las asociaciones empresariales y los sindicatos deberían adoptar medidas que corrigieran de una vez las discriminaciones salariales por razón de género. Son injustas y antidemocráticas.

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Fuente: El País