El mayor puerto de Europa afronta un reto complicado: tenerlo todo a punto en caso de un Brexit duro. Por los muelles de Róterdam pasa el 8% del comercio de la UE con el Reino Unido: unos 40 millones de toneladas anuales de productos. La salida de Reino Unido de la UE supondrá un aumento de las tarifas de importación de bienes, y con ellas, puede haber una caída de hasta el 40% del comercio entre ambas partes en este enclave holandés. El puerto perdería entre un 2% un 4% de sus operaciones a largo plazo, según las estimaciones. A la vista del largo y extenuante duelo en que se han convertido las negociaciones, se prepara para un Brexit salvaje y apura los días que quedan hasta el 29 de marzo, incluso si la unión aduanera se mantiene hasta 2020.

El puerto ocupa una superficie de 12.713 hectáreas —entre tierra firme y agua—, y hace falta más de una hora para trasladarse de un muelle a otro en autocar. Ordenado, limpio, y colosal, da trabajo a 385.000 personas, directa e indirectamente, y supone un 6,2 % del PIB holandés, según la universidad Erasmus, de Róterdam. El volumen total de toneladas contabilizadas en 2018 ascendió a 469 millones. Es uno de los motores de la economía nacional y evitar retrasos o tapones aduaneros de los camiones que llegan desde toda Europa para embarcar la mercancía se ha convertido en una obsesión.

“Si no te preparas, no cruzas”, rezan los folletos editados en ocho lenguas, entre ellas turco, polaco, ruso, búlgaro y rumano, destinados a los transportistas cuyos camiones viajan llenos de productos, muchos perecederos, hacia sus clientes británicos. Tal vez suene algo rudo, pero son unos 600.000 vehículos al año, según cálculos portuarios, y revisar su documentación cuesta ahora un par de minutos. Con el Brexit, los trámites pueden prolongarse hasta 20 minutos y congestionar los accesos.

“La cooperación será esencial y esperamos que ambos lados tengan sus papeles en regla. Nosotros agilizaremos los trámites para evitar retrasos camino del Reino Unido. Para ello, utilizamos Portbase, un sistema obligatorio de registro donde debe figurar la reserva de la fecha del viaje por parte de la compañía de transporte, la declaración de la naturaleza de la carga en la aduana y los certificados correspondientes. Puede hacerse por Internet, pero sin este trámite el camión no podrá entrar en el ferry desde Holanda”, dice Mark Dijk, gerente de asuntos externos del puerto. Habla a bordo del barco que han fletado para que una representación de la prensa extranjera se haga una idea de los cambios que se avecinan.

A pesar de los avisos, se espera que durante las seis u ocho primeras semanas haya rechazos de mercancía en las terminales. Unas 35.000 empresas holandesas hacen negocios con el Reino Unido y embarcan en Róterdam, y las que no presenten los escritos necesitarán un lugar donde aguardar hasta cumplimentarlos. “Hemos creado para ello cinco estacionamientos temporales al norte y al sur del puerto. Pasadas esas semanas, suponemos que todo el mundo estará al día. No podemos influir en el Brexit. Solo podemos colaborar para que el comercio no se pare”, añade Dijk. El día es luminoso y la siguiente parada es una de las explanadas dispuesta como aparcamiento, ya señalizada y acotada. Los muelles parecen un lugar lejano, pero están al lado, y se trata de evitar largas colas en las carretas de acceso a los mercantes. Un colapso viario alteraría todos los servicios.

Todos estos trámites deberán efectuarse también del lado británico, y el temor a un bloqueo de bienes de consumo, desde alimentos a productos de la industria química o farmacéutica, está llenando los almacenes del puerto de Róterdam. Se trata de evitar que haya escasez en caso de no presentarse a tiempo los documentos, y Neele-Vat, una de las mayores empresas de logística y transporte de la zona, ha registrado un aumento del 500% de visitas desde el Reino Unido en los últimos seis meses. “La mayoría de los clientes no quieren quedarse sin existencias en caso de Brexit duro. Desean seguir surtiendo a sus clientes, y la incertidumbre actual es lo peor”, asegura Cuno Vat, director de la firma. El almacén que muestra tiene el tamaño de 10 campos de fútbol y está a pleno rendimiento.

El tiempo dirá si los temores son fundados, pero mientras las negociaciones continúan, el puerto de Róterdam muestra su lema: “Esperamos lo mejor, y nos preparamos para lo peor”.

900 inspectores de refuerzo

A los viajeros del espacio de Schengen, los 26 países de la UE que han abolido los controles de pasaporte, ya no se les pregunta si tienen algo que declarar. Sin embargo, en cuanto se imponga la frontera interna, los Servicios holandeses de Aduanas calculan que tendrán que revisar 15.500 barcos y más de 10 millones de pasajeros adicionales cada año. Nanette van Schelven, su directora general, augura que tendrán un 40% más de clientes, “y necesitamos más personal: unos 900 aduaneros en total”. “Lo principal es que las compañías cuenten con las licencias, pero las dudas sobre la regulación definitiva persisten”, añade.

Liesbeth Kooijman, jefa de la inspección de importaciones del Servicio de Seguridad Alimentaria y del Consumidor, tiene un problema similar. Precisa unos 150 nuevos inspectores y veterinarios, “que reclutaremos en el sur y el este de Europa, porque no tenemos suficientes”.

Fuente: El País