Decía el revolucionario ruso Nikolái Chernyshevski que inspiró, entre otros, a Lenin, que cuanto peor es mejor. Su idea poco pacífica se basaba en la lucha de clases y el dilema ¿reforma o revolución? Es decir, cuanto más duras fueran las condiciones de vida de los más desfavorecidos de la sociedad, más propensos estarán a iniciar la revolución. Esta frase poco intuitiva, con orígenes muy diferentes a los mercados financieros, ha recobrado valor tras la reciente intención de los bancos centrales de volver a incrementar estímulos, mientras la economía se desacelera.

El apoyo de las autoridades monetarias junto a la nueva “tregua comercial”, ha propiciado que los mercados acojan bien el regreso de la liquidez, dejando en segundo plano las peores cifras macroeconómicas, así como las estimaciones de beneficios que, a nivel global, son del 3,8% frente al 14,6% de 2018. Unos tipos más bajos facilitarán la financiación de las empresas, aumentando el atractivo de la Bolsa. Pero ¿son necesarias medidas de estímulo tan fuertes como los bancos centrales nos dan a entender? Con crecimientos globales del 3,3% para 2019, dos décimas menos que la media histórica, ¿está el mundo en peligro tan inmediato? Sorprende el último mensaje de Powell preparándonos para que la primera bajada de tipos de interés en EE UU, de este ciclo, se produzca dentro de tres semanas. Una medida no vista desde 2008 con la que intentará frenar la pérdida de momento de los indicadores adelantados.

Mientras, la renta fija norteamericana descuenta ya recortes bastante más agresivos, un 1%, desde ahora hasta finales de 2020, que pensamos que, difícilmente, se producirán con la actual evolución de los datos macro y, si el entorno económico no se deteriora mucho más. Entonces, ¿Qué hacer? Precisamente esta pregunta daba título en 1863 a una de las obras más importantes de Chernyshevski, en la que describía el sueño de un personaje en una sociedad que obtiene la “alegría eterna” de una clase terrenal.

Lejos de las ideas del revolucionario ruso, a pesar de la madurez del ciclo, es pronto para pronosticar una recesión global en los próximos 6/12 meses, mientras los diferenciales de crédito aguanten. Pero, igual que la “alegría eterna” es casi imposible de alcanzar, los mercados no suben de manera indefinida ni lineal. No se puede prolongar una situación “eternamente mejor” si no hemos visto un “peor” tan malo. Más nos vale que las bajadas de tipos implícitas que descuenta la renta fija no se lleven a término; será la mejor señal de que la debilidad económica no avanza. A estos niveles hay que ser cauto, con exposición a Bolsa pero con liquidez para aprovechar episodios de volatilidad. Unos tipos bajos en EE UU continuarán favoreciendo a los emergentes, mientras que, los bancos europeos seguirán siendo los perjudicados. Aunque todavía estamos en la fase de la celebración de la vuelta a la liquidez, el “cuanto peor, es mejor” no durará eternamente, incluso si los bancos centrales son capaces de salvar el ciclo.

Joan Bonet Majó es director de estrategia de Mercados de Banca March

Fuente: El País