La satisfacción ante la vida manifestada por los ciudadanos españoles ha descendido de forma gradual durante la última década, desde una media del 7,1 al 6,4 (en una escala del cero al 10); esta reducción triplica el descenso del promedio de los 35 países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Tal valoración es una de las más significativas del informe que acaba de hacer público esta institución con sede en París en su informe bianual Cómo va la vida en España.

La OCDE se une a los diversos organismos (Banco Mundial, Freedom House, The Economist, Fundación Alternativas…) que desde hace algún tiempo tienden a medir la sensibilidad democrática de los países y su calidad. En relación a nuestro país, llega a la conclusión de que la confianza de la ciudadanía en el funcionamiento de la democracia es «sistemáticamente inferior al promedio de los países europeos de la OCDE».

Entre los capítulos que merecen reflejarse, figuran, entre otros, los siguientes:

1. Sólo un 23% de la gente siente que puede influir en lo que hace el Gobierno, un porcentaje claramente inferior a la media de la organización (33%).

2. Si se pregunta a los españoles sobre si creen que la corrupción está generalizada en el Gobierno, el 82% contesta afirmativamente, frente a un 56% en el conjunto de la OCDE.

3. En 2015 (últimos datos), el ingreso familiar disponible neto ajustado fue en nuestro país un 6% inferior al de una década antes, una de las mayores caídas registradas durante esos años. Entre 2008 y 2011, el patrimonio neto de las familias descendió el 3% en términos reales. Una escalera social descendente.

4. España muestra debilidades muy superiores a la media respecto al empleo, pero también en cuanto a la remuneración del mismo, en la inseguridad del mercado laboral y en la tasa de parados de larga duración. Esta valoración contradice otras hechas por la propia OCDE y pone en cuestión el funcionamiento de la reforma laboral.

5. En los últimos años la participación electoral ha disminuido desde algo más del 75% en el año 2008 hasta cerca del 70% en 2016.

El informe Cómo va la vida tiene en cuenta 11 dimensiones del bienestar (ingresos y patrimonio, empleo y remuneración, vivienda, estado de salud, equilibrio vida personal-vida laboral, educación y competencias, comunidad, compromiso cívico y gobernanza, medio ambiente, seguridad personal y bienestar subjetivo). También analiza cuatro tipos de recursos que contribuyen a sostener el bienestar a largo plazo: el capital natural, el capital humano, el capital económico y el capital social.

Y se apunta al institucionalismo: las instituciones públicas juegan un papel decisivo en el bienestar, tanto en lo que respecta a garantizar que se protejan los derechos fundamentales, como para asegurar la provisión de los bienes y servicios para que las personas se desarrollen y prosperen. La forma en que los ciudadanos se relacionan y se comprometen con las instituciones públicas también es significativa; su participación, su intermediación y su representación política tienen valor en sí mismos.

Fuente: El País