Del informe sobre el desempleo que acaba de publicar la Comisión Europea destacan dos aspectos relacionados con España: que su situación es “crítica” en el indicador de desigualdad, y que las políticas sociales públicas que se aplican para reducir la pobreza son la mitad de efectivas que las que se destinan en los países más desarrollados. Súmense estas conclusiones a las que acaba de aprobar el Parlamento Europeo en otro informe paralelo sobre la lucha contra las desigualdades, del que es autor el eurodiputado socialista español Javier López: la desigualdad socava la confianza social y reduce el apoyo a las instituciones democráticas; un nivel demasiado elevado y creciente de desigualdad entraña costes sociales directos, obstaculiza la movilidad social y puede, asimismo, inhibir el crecimiento sostenible tanto actual como futuro.

¡Bingo! Ya era hora que una vez que la Unión Europea se dispone a tener un pilar social que la relegitime ante los ciudadanos que han perdido su confianza en ella, su brazo ejecutivo, la Comisión, valore también estos aspectos relacionados con el bienestar social de los países, y no solo porcentajes macroeconómicos instrumentales como el déficit o la deuda pública.

El Informe sobre el Empleo de la Comisión da un suspenso a nuestro país en su lucha contra la desigualdad y le sitúa en un grupo que no es aquel con el que solemos establecer las comparaciones, sino con el compuesto por países como Bulgaria, Grecia y Lituania. Hay grandes desigualdades de ingresos, a menudo, relacionadas directamente con la desigualdad de oportunidades en la educación, la formación o la protección social. Aunque España ha reducido en los últimos años su nivel de pobreza por el aumento del empleo (sigue teniendo una de las tasas más altas de la UE en el porcentaje de “trabajadores pobres”, el 13,1%), continúa “bajo vigilancia”. En nuestro país solo se reduce un 25% la pobreza monetaria de los ciudadanos una vez que se aplican las transferencias sociales paliativas (sin contar las pensiones). De nuevo estamos muy cerca en cuanto a la ineficacia de estas transferencias sociales de países como Bulgaria y Grecia, y exactamente a la mitad de camino de los países más avanzados, los nórdicos, cuya corrección de la pobreza llega al 50%.

En el informe del Parlamento Europeo se recuerda que en la mayoría de los países desarrollados la desigualdad ha aumentado desde los años ochenta “independientemente del ciclo económico”, lo que parece indicar que aquella está directamente vinculada con las políticas económicas conservadoras aplicadas. La gran pregunta es por qué ninguno de estos análisis figura en las declaraciones gubernamentales y en los estudios de sus departamentos. ¿Alguien recuerda a algún ministro hablando de la desigualdad y de la eficacia de las políticas sociales? Cuando estás en el bando vencedor, apenas te das cuenta de que hay una guerra: no se ven las grietas en las aceras, ni las hierbas creciendo en las juntas, ni los comercios cerrados, ni las urgencias de los hospitales públicos, ni las personas sin techo. Pero están ahí. Al lado de los miles y miles de consumidores del Black Friday.

Fuente: El País