Caja de Ingenieros volvió a ampliar su base de clientes en 2018. Alcanzó los 187.410 socios, un 16,8% más, y, como sucedió un año antes, volvió a crecer significativamente después de que las dos grandes entidades catalanas, CaixaBank y Banco Sabadell, mudaran en 2017 sus sedes sociales de Barcelona a Valencia y Alicante, respectivamente. Ese crecimiento, sin embargo, no tuvo correlación en los beneficios. La cooperativa de crédito ganó 11,16 millones de euros, un 8,8% menos que un año antes.

Su presidente, Josep Oriol Sala, han explicado hoy que la caída de las ganancias se explica por la necesidad de invertir para atender al incremento de los clientes, básicamente en digitalización (ocho millones de euros), y por el actual contexto de bajos tipos de interés, que lastra las cuentas del conjunto de las entidades financieras.

El director general de la entidad, por su parte, ha explicado que otro de los factores que ha presionado sobre el beneficio neto de la entidad es la presión de los «gigantes tecnológicos y la compleja y constante presión regulatoria».

Pese al impacto a corto plazo de la mejora del número de socios, Cavallé ha defendido que ese cambio «es un elemento que nos da una proyección más a largo plazo relevante».

El volumen de negocio de la caja fue de 6.190 millones de euros, un 7,65% más, mientras que los recursos gestionados de clientes se situó en 4.363 millones, un 14,9% más. Por su parte, los créditos a asociados creció un 5,3%, hasta alcanzar los 1.697 millones de euros.

Fuente: El País