El beneficio neto de CaixaBank creció el año pasado un 17,8% y se situó en 1.985 millones de euros. Es el mejor resultado en la historia de la entidad que preside Jordi Gual y se explica, en parte, por una mejora del margen bruto de la entidad (6,6%) impulsada por el negocio meramente bancario, y por los mayores ingresos generados por las participadas del banco, especialmente su banco portugués BPI. Eso sucedió en un ejercicio en el que el crédito a la clientela del banco apenas creció (un 0,3%) y, en cambio, los recursos gestionados crecieron un 2,6%.

Sin embargo, los inversores han recibido con mucho pesimismo los resultados: las acciones bajan más del 6% en Bolsa y convierten a CaixaBank en el peor valor del Ibex en esta jornada.

BPI aportó a la cuenta de resultados de CaixaBank un total de 262 millones de euros, más del doble que en 2017. Por su parte, los ingresos por comisiones experimentaron un alza del 3,4%, hasta situarse en los 2.583 millones de euros. Aunque las comisiones bancarias se contrajeron un 2,2%, las que se cobran por la gestión de fondos de inversión, carteras y sicavs aumentaron un 12,6%.

Pese a los buenos resultados de las participadas, CaixaBank se apuntó unas pérdidas de 453 millones de euros por la venta de su paquete de acciones de Repsol. El resultado conjunto, fruto de la participación en el capital de Telefónica, Erste Bank, SegurCaixa Adeslas, BFA y Repsol (excluida la venta) fue de 972 millones de euros.

En el hecho relevante comunicado, CaixaBank señala que su ratio de morosidad se reduce hasta el 4,7% y que los saldos dudosos, después de las ventas de activos tóxicos durante el año pasado, se situó en los 11.195 millones de euros.

Los resultados comunicados hoy a la CNMV abren la puerta al Plan Estratégico 2019-21, que señalan unos objetivos de rentabilidad anual para el final del periodo del 12% –reducida al 10% en el caso de que los tipos de interés se mantuvieran estables en los próximos cuatro años– y un objetivo de pago de dividendos superior al 50%. El planteamiento de esa estrategia a medio plazo está también detrás de la reestructuración de plantilla que la dirección del banco negocia con los representantes de los trabajadores y que prevé un recorte de plantilla que afectará a 2.157 trabajadores para cambiar la estrategia del grupo: cierre de 793 sucursales, modernización de las restantes y apuesta por el canal digital. Los sindicatos han denunciado que la entidad plantea esos despidos en el mismo ejercicio que obtiene los mejores resultados de la historia.

Al cierre del ejercicio pasado, CaixaBank contabilizaba 37.440 empleados (468 más que un año antes) y un total de 5.103 oficinas, lo que supone que ya se produjo un recorte de 276 sucursales en su red.

Fuente: El País