Desde hace décadas, las salas de cine han tenido que enfrentar enemigos de peso. La televisión, el VHS, el DVD, y, más recientemente, la difusión en streaming, llevan décadas obligando a los dueños de estos establecimientos a buscar formas innovadoras de atraer a los espectadores. De acuerdo con la firma Box Office Mojo, la venta de entradas en 2017 en Estados Unidos y Canadá —el principal mercado mundial— bajó un 5,8%, aunque la caja registradora no lo resintió significativamente debido al aumento del precio medio del billete (un 3,2%).

La tecnología 4D, con su capacidad de inmersión, figura como una de las estrategias para convocar a más personas a las salas. La empresa canadiense D-Box, presente en centenares de cines del planeta, contribuye a esta revolución con tecnologías de movimiento para los asientos. “Vendemos una experiencia. Somos el resultado de un trabajo de alta precisión entre lo que pasa en la pantalla y el movimiento mecánico y los componentes electrónicos para brindar un momento único”, afirma Michel Paquette, vicepresidente de asuntos corporativos de D-Box.

La firma tiene su sede en el área metropolitana de Montreal. Fue fundada en 1992 por Philippe Roy y Michel Jacques. En un principio, fabricaban altavoces y amplificadores. Sin embargo, constataron que sus conocimientos en acústica y electrónica podían servir para adentrarse en otras áreas del entretenimiento. Así, dedicaron varios años de investigación a los sistemas para los asientos, primero para incorporarlos a máquinas de videojuegos y más tarde para la industria cinematográfica, que era el objetivo más importante.

En 2009 instalaron los primeros asientos móviles sincronizados con la proyección en dos salas de Los Ángeles. La primera película que tuvo códigos de movimiento para D-Box fue The Fast and the Furious (A todo gas). Actualmente, unas 190 cintas cuentan con estos códigos para su exhibición en cines, al igual que otras más de 2.000 en distintos formatos (DVD, Blu-ray y streaming) para aquellas personas que tengan un asiento D-Box en sus hogares. En la visita a la sede de la compañía, varias demostraciones dan cuenta de la capacidad de estos dispositivos para transmitir emociones (sorpresa, vértigo, miedo). “Nuestra tecnología se puede disfrutar en distintos géneros. No sólo está concebida para películas de acción. Está también disponible en historias de animación para niños, clásicos del cine y comedias musicales. Servimos de soporte a la trama narrativa sin provocar distracciones”, afirma Alexandre Charlebois, especialista en experiencia de movimiento de D-Box.

Presencia mundial

Unas 700 salas cuentan ya con asientos D-Box en 39 países, tales como Canadá, Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Finlandia, Suiza, China, Japón, Honduras, Perú, Brasil y Argentina. Además de su cuartel general en Canadá, la firma tiene oficinas en Los Ángeles y Pekín. Emplea a unas cien personas y cotiza en la Bolsa de Toronto. Sus principales accionistas son el fondo Fidelity Investments, la Caisse de Dépôt et Placement du Québec (que gestiona los fondos de pensiones de la provincia) y la sociedad china Gold-Finance. D-Box tuvo ingresos por 10,4 millones de dólares canadienses (unos 6,6 millones de euros) en el último trimestre de 2017, un 53% más que en el mismo periodo de 2016.

La experiencia en los asientos D-Box deja una buena impresión. Sin embargo, hay un elemento a considerar: su coste. El personal de la compañía señala que existen variaciones de acuerdo a elementos como la configuración de las salas cinematográficas y el tipo de asientos (estándar o reclinable). En promedio, contar con 40 unidades en una sala representa una inversión de unos 160.000 dólares estadounidenses (130.000 euros), mientras que un asiento para el hogar oscila entre 8.000 y 10.000 dólares. Paquette precisa: “No son asientos baratos, es cierto. Pero hay que subrayar que no es necesario instalarlos en todo un cine y hay flexibilidad para agregar otros posteriormente. Los dueños adquieren filas para personas que quieran una experiencia adicional. Las entradas tienen un coste suplementario (en Canadá, ocho dólares más, por lo que los exhibidores lo ajustan en función de cada país) y esto amortiza gradualmente la inversión. La gente que ha pagado por la experiencia vuelve a hacerlo. La prueba es que vendemos cada vez más asientos de estos. Las salas se están enfocando en servicios y productos personalizados”.

Paquette comenta que el 50% de los ingresos de la compañía proviene del cine. La otra mitad es el resultado del trabajo con otras empresas para fabricar simuladores de vuelo y de conducción de automóviles, sistemas de videojuegos e instalaciones en museos y parques de atracciones. Paquette invita a probar algunos de estos productos y sorprende cómo reacciona un asiento mientras se proyecta en la pantalla una carrera de Fórmula 1. También se siente la rudeza del fútbol americano (D-Box colaboró con la NFL en un vídeo promocional) y el ambiente de libertad al sobrevolar París gracias a un aparato de realidad virtual.

Paquette señala que D-Box desea proseguir con su expansión internacional, principalmente en América Latina y Europa. Subraya que la atención está enfocada en las salas cinematográficas, pero no sólo para experimentar sensaciones en las películas. “Estamos frente a un futuro de variaciones en el entretenimiento. Los cines son lugares que no han mostrado aún todo su potencial. Vemos que se usan cada vez más para otros fines. Por ejemplo, para proyectar eventos deportivos. Nuestra tecnología ofrece grandes ventajas para quienes busquen otras formas de divertirse en estos sitios, ya sea en tiempo real o en formatos grabados”, agrega.

Fuente: El País