
España volverá a crecer este año por encima de la zona euro. Y a pesar de las incertidumbres políticas, internas y externas, lo hará con más fuerza de lo esperado por Bruselas. El buen arranque del año por la contribución de las exportaciones ha llevado a la Comisión Europea a elevar sus previsiones de crecimiento para España respecto a las que elaboró en mayo. Bruselas contempla ahora que el Producto Interior Bruto (PIB) español avance un 2,3% este año (en lugar de un 2,1%) y un 1,9% el que viene. En un entorno de inflación anémica que preocupa a la Comisión, las perspectivas para el conjunto de la zona euro pasan por una mejora del 1,2% este año y el 1,4% (una décima menos) el que viene.
La Comisión es, una vez más, prudente con sus previsiones. Lejos de despejarse, las tensiones políticas y comerciales han seguido agudizándose. A las políticas proteccionistas de Donald Trump y su confrontación con China, que han acabado afectando a la industria europea, se añade la inestabilidad en Oriente Medio, que Bruselas considera que podrían llevar a un incremento del precio del petróleo. Dentro de las fronteras de la UE, todavía no se ha resuelto el divorcio del Reino Unido. Y la falta de confianza de los empresarios y los signos de agotamiento de la industria podrían expandirse a otros sectores, erosionando el mercado laboral, el consumo privado y el crecimiento.
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A pesar de todo ello, la zona euro vive su séptimo año de crecimiento con todas sus economías con números positivos. España volverá a ser la primera de las grandes economías en avanzar. Si bien la Comisión Europea al principio recelaba de los incrementos de sueldo, principalmente derivados de la subida del salario mínimo interprofesional, ahora afirma que estos (junto a la reducción del desempleo, aunque se irá desacelerando) “podrían apoyar el incremento de la renta disponible” y “una tasa de ahorro de los hogares más elevada”. De momento, España ha empezado el año con unos datos “más fuertes de los esperados”, con un avance del 0,7% en el primer trimestre. Bruselas espera que cierre los meses entre abril y junio con un incremento del 0,6% del PIB y que en los dos trimestres siguientes crezca el 0,5%.
La otra cara de la moneda es Italia. Las medidas de expansión fiscal del Gobierno de Giuseppe Conte, corregidas a instancias de Bruselas, no lograrán que la economía del país levante el vuelo. Este año, según la Comisión Europea, quedará prácticamente estancada en el 0,1% y el año que viene remontará hasta el 0,7%. Pero la brecha con el conjunto de la zona euro y sobre todo con otras economías de su entorno seguirá creciendo en un país que aún no ha conseguido recuperar los niveles de riqueza anteriores a la Gran Recesión. De igual modo, la debilidad del sector industrial pasará factura a Alemania, que en 2019 avanzará apenas un 0,5% y en 2020 lo hará un 1,4% (una décima menos de lo previsto en mayo), mientras que Francia crecerá de forma similar los próximos 18 meses: un 1,3% este año y un 1,4% el que viene.
Las tensiones geopolíticas en Oriente Medio, que pueden suponer una subida del precio del crudo, son la única amenaza para una inflación que será más baja de lo esperado: del 1,3% en la zona euro para los dos próximos años. El dato exhibe que, pese a que Europa sigue creciendo, lo hace de forma más débil. “La rebaja en las expectativas de inflación es una fuente de preocupación”, admite Bruselas.
Fuente: El País