«Soy visible en cuanto a mi identidad sexual fuera de lo profesional, en el trabajo no ha dado el paso todavía, pero me están apoyando”. Quien habla es Cristina Gómez, de 34 años e ingeniera informática de BBVA, que este año está colaborando con la iniciativa de inclusión desarrollada por la entidad financiera, que estos días ha dado un paso más al iluminar el edificio de La Vela, su sede corporativa en Madrid, con los colores de la bandera arcoiris del Orgullo.

Un gesto simbólico que apuntala una campaña de concienciación realizada con los empleados, a iniciativa de estos, que pretende poner sobre la mesa el tema de la diversidad LGBTI en los entornos laborales. A pesar de las facilidades que le ofrece su empresa y de saber que no encuentra en un ambiente hostil, la ingeniera tiene pavor al rechazo, “a que si hablo de mi condición sexual ni pueda desarrollar mi carrera profesional”.

Una de las razones que alega Gómez es que el área de ingeniería en el que trabaja es eminentemente masculino, “sé que no me van a rechazar y que me van a aceptar con normalidad, pero hay una parte de mí a la que le cuesta abrirse”. Sabe que tampoco tiene que dar explicaciones sobre su vida privada, pero se siente un poco “aislada cuando todo el mundo cuenta lo que ha hecho durante el fin de semana, y yo tengo que contar cosas sin entrar en detalles”, reconoce esta mujer, que se define como muy sociable y que, a pesar de la timidez al inicio de esta conversación, se va relajando y mostrándose con la sinceridad que le gustaría tener con aquellos que le rodean en el día a día.

El edificio de La Vela del BBVA, iluminado con la bandera del Orgullo. El edificio de La Vela del BBVA, iluminado con la bandera del Orgullo.

El caso de Cristina Gómez no es aislado. Según datos de un estudio elaborado por REDI (Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGBTI), solo el 38% de las personas LGBT en España están completamente fuera del armario en sus trabajos. Por tanto, para el resto, un 62%, existe la necesidad, apuntan desde esta asociación, de ocultar su orientación sexual e identidad de género, parcial o totalmente, en sus interacciones profesionales. Desde la asociación, a la que pertenecen empresas como Accenture, BBVA, Cuatrecasas, Santander, BNP Paribas, General Electric o Correos, muestran su asombro ante estos datos, dado el clima legislativo y social favorable hacia las personas LGBT en España, y argumentan que hasta hace poco tiempo, orientaciones e identidades sexuales y de género no normativas se consideraban inapropiadas, hasta el punto de ser ilegales. A día de hoy, estos sesgos han quedado anclados en los códigos culturales y, por eso, existe la creencia generalizada en las empresas de que estos temas deberían mantenerse en la esfera privada y no traspasar al ámbito laboral. Porque, entre las razones de esa ocultación, el 58% de las personas de este colectivo señala como causa principal querer mantener su vida personal separada del trabajo.

Principalmente, por temor a represalias. Es lo que pensó durante tiempo Felipe Lima (Vitoria, Brasil, 1986) mientras trabajaba en España en un despacho de abogados, de tamaño boutique, “un tanto conservador, ya que todas las conversaciones sobre la vida personal de los hombres que trabajaban allí giraban alrededor de una mujer”. Esa situación le contrariaba, ya que en numerosas ocasiones tenía que esquivar conversaciones. “Al final todo esto te impide desarrollarte como persona, dificultó mi integración inicial en el despacho, y decides continuar en el armario”. Así que un buen día decidió abrir la puerta y salir. Eligió el momento: la boda de un socio del bufete, y allí en un ambiente distendido lo contó. “Y lo aceptaron todos bien, no hubo ningún problema”, asegura este abogado que decidió abandonar la firma para estudiar un MBA en IE University y actualmente es el vicepresidente del Club IE Out & Allies en la citada escuela de negocios, que esta semana organizó, precisamente, la conferencia LGBT@Work, que este año centró el debate en los retos del liderazgo inclusivo.

De ello habló el empresario Kike Sarasola, quien afirmó que “la gestión de la diversidad en los equipos humanos es un activo diferencial para las organizaciones, que configura una identidad corporativa abierta y tiene un impacto en el desempeño de las compañías”. Un peso se quitó de encima Octavio Sosa (Gran Canaria, 39 años), empleado desde 2003 en el área de talento y cultura de BBVA en la sede de Bilbao, quien hace cuatro años, cuando estaba a punto de formar una familia y de tener a su hija, decidió traspasar el umbral del armario. “Empecé contarlo a mi entorno, y comprobé que mis miedos a que mi carrera pudiera truncarse no estaban justificados, porque lo único que recibí fue cariño y aceptación, no tuve ninguna reacción negativa”, afirma.

Desde entonces, su relación ha mejorado: “hablamos de todo y mi relación con los compañeros se ha normalizado, ya que antes pensaban que cómo era posible que un chico joven no tuviera novia”. Y si algo tiene claro es que “se vive mejor, con mucha más tranquilidad, fuera del armario, tanto a nivel personal como profesional, nadie te penaliza”. Al contrario de lo que sucede en Estados Unidos, en la que el colectivo LGBT normaliza su situación en el trabajo pero se mantiene encerrado bajo llave en su entorno personal, en España sucede al revés. “Aquí se sale mejor con la familia y los amigos que con los compañeros de trabajo. Las empresas deberían hacer un mayor esfuerzo en normalizar y promocionar esta situación”, explica Felipe Lima, muy involucrado en animar a todos aquellos que cursan un programa de posgrado a que este tipo de iniciativas y de normalización de la condición sexual de cada persona forme parte del proceso de aprendizaje. Son los directivos del mañana. Por tanto, deben dar ejemplo y sobre todo ser tolerantes con la diversidad del resto. En este sentido, desde el Club IE Out & Allies organizan visitas a empresas, como Uber o Facebook, para conocer sus políticas de diversidad.

“Porque no se trata de que te acepten o no, se trata de que sepan quién eres, y cuando lo empiezas a contar es que te aceptas a ti mismo”, señala Lima, que afirma sentirse “libre y muy a gusto”. Como última recomendación, afirma que es más sencillo de lo que pensamos. “Y la realidad demuestra que el miedo que tenemos no corresponde a la realidad, aunque haya empresas que todavía son conservadoras, cada vez hay más compañías que defienden a este colectivo”. Entienden que la diversidad es riqueza.

La mujer lo tiene más complica

Aceptación. Aunque las mujeres lesbianas manifiestan un nivel de apertura y de aceptación similar al de los hombres gays en el ámbito privado, están mucho más ocultas y se sienten menos aceptadas en sus círculos profesionales. Así se pone de manifiesto en el informe elaborado por REDI (Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGBTI): el 60% de ellas se encuentra completamente fuera del armario en su vida personal, pero solo el 35% lo está en su lugar de trabajo, frente al 46% de los varones.

Más difícil. Lo sabe bien Cristina Gómez, ingeniera informática de BBVA, “por ser mujer cuesta crecer profesionalmente y si además eres lesbiana lo tienes más difícil”. De hecho, afirma que “ser gay mola más, y ser lesbiana menos”, afirma esta manager de la entidad financiera, que cree que cuando salga definitivamente del armario y todo el mundo conozca su realidad se va a sentir arropada. “Quiero sentir que no estoy sola, y es muy importante normalizar todo para sentirme plenamente sincera con todo el mundo”, afirma Gómez.

Fuente: El País