Sundar Pichai, que dirige Google, ahora liderará también Alphabet, de 890.000 millones de dólares, en sustitución de Larry Page. El presidente Sergey Brin, cofundador con Page, también dará un paso atrás, según el anuncio del martes (tanto Page como Brin permanecerán en el consejo). Sundar Pichai, consejero delegado de Google, ahora liderará también Alphabet, de 890.000 millones de dólares, en sustitución de Larry Page. El presidente Sergey Brin, cofundador con Page, también dará un paso atrás, según el anuncio del martes (tanto Page como Brin permanecerán en el consejo). Pero las causas reales no están claras.

Establecer Alphabet como holding empresarial en 2015 ya resultó enigmático. La idea era que varias unidades, desde Google hasta la división de vehículos autónomos Waymo o el software de salud Verily, operaran de forma independiente.

Page se convirtió en consejero delegado de la empresa matriz mientras que Brin asumió el cargo de presidente, y Pichai fue puesto a cargo de Google.

Parte de la lógica era permitir que las llamadas “otras apuestas” de Alphabet prosperaran. Pero en realidad eran los proyectos favoritos de los cofundadores, y sus ingresos eran y siguen siendo una pequeña fracción de lo que supone la máquina publicitaria de Google, que incluye YouTube. En el tercer trimestre, las ventas del grupo no relacionadas con Google ascendieron a solo el 0,3% de los 40.500 millones de dólares totales de Alphabet.

Quizás esta marcha atrás parcial es un reconocimiento de que las otras apuestas aún no han despegado; y del hecho de que Brin y Page ya estuvieran en un segundo plano, aunque conserven mucha influencia a través de sus acciones preferentes (con más derechos de voto).

Su voluntad de ceder el mando a Pichai, al igual que dar a Eric Schmidt el papel de supervisor adulto en una etapa anterior de la vida de la empresa (entre 2001 y 2011), también es acertada.

Alphabet dice que la medida simplifica la estructura de gestión. Ciertamente refleja la realidad: Pichai ya es la imagen pública más destacada de la empresa, un papel que será cada vez más importante en medio del escrutinio regulatorio en Washington y Bruselas.

Hace un año, Pichai testificó ante el Congreso de Estados Unidos. El cambio probablemente evite que los dos cofundadores tengan que comparecer en el futuro. También los libera para que se concentren más en otros proyectos tanto dentro como fuera de Alphabet. Por ejemplo, Page patrocina la empresa de minería espacial Planetary Resources.

En cuanto a Pichai, consigue un ascenso y ahora dirigirá de forma explícita la tercera empresa cotizada más valiosa del mundo. Hay mucho que decir sobre un proceso sucesorio que ha provocado poco más que un encogimiento de hombros de los inversores.

Establecer Alphabet como holding empresarial en 2015 ya resultó enigmático. La idea era que varias unidades, desde Google hasta la división de vehículos autónomos Waymo o el software de salud Verily, operaran de forma independiente. Page se convirtió en consejero delegado de la empresa matriz mientras que Brin asumió el cargo de presidente, y Pichai fue puesto a cargo de Google.

Parte de la lógica era permitir que las llamadas “otras apuestas” de Alphabet prosperaran. Pero en realidad eran los proyectos favoritos de los cofundadores, y sus ingresos eran y siguen siendo una pequeña fracción de lo que supone la máquina publicitaria de Google, que incluye YouTube. En el tercer trimestre, las ventas del grupo no relacionadas con Google ascendieron a solo el 0,3% de los 40.500 millones de dólares totales de Alphabet.

Quizás esta marcha atrás parcial es un reconocimiento de que las otras apuestas aún no han despegado; y del hecho de que Brin y Page ya estuvieran en un segundo plano, aunque conserven mucha influencia a través de sus acciones preferentes (con más derechos de voto).

Su voluntad de ceder el mando a Pichai, al igual que dar a Eric Schmidt el papel de supervisor adulto en una etapa anterior de la vida de la empresa (entre 2001 y 2011), también es acertada.

Alphabet dijo que la medida simplifica la estructura de gestión. Ciertamente refleja la realidad: Pichai ya es la imagen pública más destacada de la empresa, un papel que será cada vez más importante en medio del escrutinio regulatorio de Washington y Bruselas.

Hace un año, Pichai testificó ante el Congreso de Estados Unidos. El cambio probablemente evite que los dos cofundadores tengan que comparecer en el futuro. También los libera para que se concentren más en otros proyectos tanto dentro como fuera de Alphabet. Por ejemplo, Page patrocina la empresa de minería espacial Planetary Resources.

En cuanto a Pichai, consigue un ascenso y ahora dirigirá de forma explícita la tercera empresa cotizada más valiosa del mundo. Hay mucho que decir sobre un proceso sucesorio que ha provocado poco más que un encogimiento de hombros de los inversores.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: El País