Dado el profundo cambio en el contexto nacional e internacional, como expresidente no estoy en aptitud de ofrecer consejos ni de hacer recomendaciones de campaña ni propuestas de gobierno a los precandidatos a la presidencia de la República. De allí que haya encontrado en el debate público una serie de preguntas de lo que podría ser parte de la agenda de los electores mexicanos.
A propósito de soberanía y justicia. Si muchas de las disputas nacionales han tenido y tienen su origen más allá de nuestras fronteras, ¿continuarán algunos de los aspirantes atados al localismo y al simplismo, o asumirán finalmente que en México la política siempre ha sido y seguirá siendo geopolítica? ¿Se contará con información para ubicar el origen de numerosas disputas por el poder dentro de México en hechos que tienen lugar más allá de nuestras fronteras, y cómo proponen prepararse para las quiebras sistémicas y la próxima crisis mundial que nos golpeará de manera inesperada?
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¿Cómo enfrentar en el ámbito diplomático los cambios en nuestro vecino del norte? ¿Cómo hacerlo con la división del Partido Republicano y el Partido Demócrata, cada uno en dos partes? ¿Cómo enfrentar desde México el resurgimiento del racismo blanco? ¿Cómo actuar en los centros regionales estratégicos de poder? ¿Cómo proponen reestructurar un Estado mexicano fuerte? ¿Qué importancia les dan a los migrantes mexicanos y sobre todo de los llamados dreamers?
¿Seguirá el debate electoral anclado como desde hace 30 años al falso dilema neoliberalismo-populismo? ¿Se precisará que el neoliberalismo deje a la ciudadanía desarticulada en una sociedad disminuida y a merced de los abusos del mercado y que el populismo arrase las iniciativas ciudadanas con sus métodos clientelares de control social y los abusos de gobiernos que se atribuyen organizar las fuerzas sociales en una especie de socialismo de Estado? ¿O habrá, más bien, una propuesta de combate a la injusticia con miras a recuperar el legado histórico del liberalismo y la justicia en una nueva etapa del Liberalismo Social?
¿Permitirán las campañas desarrollar capacidades de comprensión del reto internacional con las nuevas distorsiones impuestas por la actual presidencia disruptiva de Estados Unidos? Y en estas condiciones, ¿cuáles son las propuestas para la preservación de la República y la reivindicación que entraña hoy el concepto de soberanía?
¿Seguirá el debate anclado al falso dilema neoliberalismo-populismo como desde hace 30 años?
Segundo tema: prosperidad Incluyente. Frente a la crisis de la economía mundial iniciada en 2008, ¿cómo proteger a México de la caída libre de ese sistema y de su incapacidad de reformarse? Y si esa crisis es cíclica pero puede ser histórica, ¿qué acciones proponen los aspirantes para proteger a la economía mexicana y colocarla en una senda diferente de prosperidad creciente e incluyente, con un compromiso explícito de protección del medio ambiente? ¿Cómo actuar en la nueva realidad dominada por el capital financiero internacional, y ante la nueva hegemonía de China?
Y ante el cambio tecnológico y la robotización, ¿cómo responder ante el creciente número de trabajadores capaces cuyo horizonte es el subempleo y el desempleo? ¿Cómo propiciar que se organicen los nuevos trabajadores en defensa de sus intereses y qué respuestas han pensado para estas nuevas legiones de “autoempleados” o de “trabajadores contingentes”, no permanentes, de la economía, llamados gig, o sea, de chambas no fijas? En el marco de una economía con perspectivas de crecimiento alto y sostenido gracias a las reformas emprendidas por el actual Gobierno de México, ¿proponen alguna vía práctica para reducir nuestras desigualdades tan abismales como inaceptables? ¿Continuarán las políticas sociales que sólo promueven la dependencia en la ayuda oficial focalizada o promoverán más clientelismo?
Sobre la democracia disminuida. La democracia mexicana se ha enredado y se habla de su baja calidad y de que es excesivamente costosa. ¿Existe un compromiso para revertir nuestros enredos democráticos? ¿Las propuestas atacan el origen del problema o son meros paliativos discursivos para usar contra el rival? ¿Con cuál definición de democracia está comprometido cada aspirante? ¿Del pueblo, por el pueblo y para el pueblo? ¿De un solo dirigente? ¿Plebiscitaria, propiedad del líder populista? ¿O participativa tanto como representativa? Pues como bien se ha señalado, “la democracia no produce por sí sola una forma justa de vivir. Son las formas justas de vivir las que producen democracia”.
¿Cuál es la propuesta de los precandidatos para jóvenes y mujeres? ¿Cómo convertir la ambición y el idealismo rebelde de los jóvenes en ciudadanos participativos y organizados? ¿Cómo generar para las mujeres salarios justos y equitativos que erradiquen la pobreza y se combata la violencia que se ejerce en su contra, y se fomente su participación en todos los ámbitos?
¿Y qué proponen hacer para revertir la violencia y los efectos corrosivos de la inseguridad? ¿y frente al narcotráfico, que amenaza la esencia misma de la soberanía y del Estado? ¿Y con la falta de confianza en las fuerzas públicas y los sistemas de justicia?
¿Cómo convertir la ambición y el idealismo rebelde de los jóvenes en ciudadanos participativos?
Y en último lugar, intelectuales orgánicos y equipo. ¿Quiénes son sus “intelectuales orgánicos”? ¿Están dispuestos a “dudar de las verdades supuestas y convenientes, y a saber la verdad a fondo”, o sólo nos proporcionan historietas en lugar de la historia profesional? ¿Promueven estereotipos y “hechos alternativos” (auténticos enemigos de la verdad), incapaces de una comprensión seria y profunda de la historia nacional e internacional?
¿Qué papel juegan en estas causas nuestras culturas milenarias y qué hacer para afirmar estas fortalezas nacionales? ¿Cómo proponen convertir la grave crisis cultural que atravesamos para impedir la desesperanza que da paso a la decadencia, y en su lugar promover nuevos valores de esperanza y fortaleza? ¿Surgirán formas de monitoreo público para someter las afirmaciones de los candidatos a análisis de veracidad o se asumirán como verdades incontrovertibles? ¿Se extenderá la práctica que en nuestros medios mide la viabilidad económica, social y legal de las promesas de los candidatos?
¿Con quiénes piensa gobernar cada candidato? ¿Estarán dispuestos a apoyarse “en hombros de gigantes para ver más lejos”? ¿Saben de la ciencia, las artes? ¿Serán los mejor preparados, honestos, con “una larga experiencia de las cosas actuales y una continua lectura de las antiguas” o solo sus incondicionales? ¿Se han preparado para los golpes de “fortuna”, inesperados y adversos?
Estas y otras preguntas podrían hacerse a quienes aspiran a gobernarnos. Este mundo tan complejo y amenazante, en una realidad mexicana tan crispada, reclama un perfil humano que conozca y asuma las grandes transformaciones que los mexicanos han impulsado durante décadas, sin inventar soluciones falsas o simples, y con una sincera capacidad de autocrítica y de identificarse con las sentidas y profundas aspiraciones de los ciudadanos para convertirlas en realidades.
Carlos Salinas de Gortari fue presidente de México entre 1988 y 1994.
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Fuente: El País