La economía alemana se resiente en plena riada de noticias negativas para su potente maquinaria exportadora. El PIB germano cayó una décima en el segundo trimestre del año y abre así la puerta a la recesión tras una década de crecimiento prácticamente ininterrumpido. La Oficina Federal de Estadística apunta a la ralentización del comercio exterior como detonante del retroceso. Con el Brexit brutal cada vez más probable, la guerra comercial haciendo temblar a los mercados y la industria automovilística tocada, los datos de entre abril y junio han evidenciado que la mayor economía de la UE no puede seguir absorbiendo impasible los shocks pese a beneficiarse de la debilidad del euro, un mercado de trabajo boyante que roza el pleno empleo y una política expansiva por parte del Banco Central Europeo.

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Berlín ya había presentado eh los últimos meses una ristra de síntomas inquietantes que hacían dudar de la buena salud de sus finanzas. Las exportaciones cayeron en junio un 8%, y la producción industrial un 5,2% ese mismo mes, su mayor descenso desde 2009. El frenazo pone en duda la capacidad de resistencia de una economía que ha sorteado las turbulencias de la Gran Recesión como pocas, con el PIB en positivo en 35 de los últimos 40 trimestres y un progreso medio del 0,5%. «El dato de hoy marca definitivamente el fin de una década dorada», asegura Carsten Brzeski, economista jefe de ING.

La canciller Angela Merkel encara así la recta final de su mandato con un reto mayor entre manos. Los problemas parecen haber llegado para quedarse. La confianza del consumidor, otro de los indicadores que dan señales sobre ese difuso ente que es el sentimiento del mercado, lleva tres meses a la baja. Y mientras se recrudece el choque comercial entre EE UU y China, y la UE y Reino Unido parecen más distantes que nunca a cuenta del Brexit, las voces que reclaman a Alemania que aparque de una vez la austeridad e inyecte estímulos públicos a su economía en sectores como infraestructuras, educación o energías renovables son crecientes. Incluso Merkel ha abierto la puerta a esa posibilidad, tantas veces pospuesta como reclamada desde las principales instancias económicas internacionales. «Es verdad que afrontamos una fase difícil. Reaccionaremos según la situación», afirmó críptica este martes en un acto en Stralsund, al norte del país.

Este miércoles se conocerá el dato definitivo de crecimiento de los países de la UE, pero se espera que el progreso sea de solo dos décimas. Y las grandes economías comunitarias exhiben indicios de agotamiento. El PIB británico ha caído este trimestre dos décimas mientras su salida abrupta del club comunitario parece más cercana que nunca, e Italia no entró en números rojos pero se mantuvo estancada. Francia avanzó solo dos décimas, y España un 0,5%, aunque la mejora estuvo por debajo de lo esperado.

Alemania cuenta, a priori, con un amplio margen de maniobra debido a un endeudamiento mucho menos pronunciado que el resto de socios y la posibilidad de financiarse a tipos de interés extremadamente bajos o incluso negativos. Pero fuera de sus fronteras, el brusco parón de su economía, que ha pasado de crecer cuatro décimas en los primeros tres meses a perder una en el segundo, puede tener un efecto arrastre. «Las perspectivas para el tercer trimestre por ahora no apuntan a una mejora y es posible veamos a Alemania entrando en recesión. Y aunque no fuera así, el crecimiento será probablemente muy flojo, con lo que va a seguir arrastrando hacia abajo la actividad de toda la zona euro. El mayor riesgo ahora es que la debilidad del sector industrial se extienda al sector servicios, que es el que está soportando el crecimiento en Europa», apunta Angel Talavera, de Oxford Economics.

Fuente: El País