El relevo de José Manuel Vargas por Jaime García-Legaz Ponce en la presidencia de Aena el pasado octubre ha dado paso a una nueva etapa del grupo, en la que el nuevo inquilino pretende reconfiguar el trayecto sobre la base de dar continuidad a lo que tenía sentido en los planteamientos de su antecesor y corregir otros. La primera tarea que quiere ejecutar García Legaz, después de haberse arreglado los problemas con los servicios de seguridad aeroportuaria que estallaron el pasado verano en Barcelona con incrementos de la dotación, es la configuración de los planes directores de los aeropuertos de Madrid y Barcelona. Es decir, ni más ni menos que tenerlos preparados mediante una planificación específica para la próxima década en la que se prevé un crecimiento del tráfico de forma exponencial tras haberse superado los 250 millones de pasajeros en 2017. Ello requiere, por tanto, una ampliación de las terminales que permitan absorber ese previsible aumento.

La rápida evolución del transporte aéreo tras la liberalización sectorial, que ha hecho aparecer compañías de bajo coste y un aumento de la competencia frente a las antiguas compañías de bandera, ha beneficiado la afluencia de muchos más pasajeros a unos precios asequibles. A ello se une el aumento de la clase media. La combinación de más población, más clase media y precios más baratos da lugar a ese crecimiento del tráfico.

Si a ello se suma el atractivo turístico de España, segundo país más visitado del mundo el año pasado y en claro aumento, según los datos estadísticos, hace que las terminales se estén quedando pequeñas y que sea necesario ampliarlas porque si no, no caben los aviones. En Madrid no existen apenas problemas para la ampliación, que sí se producen en Barcelona por la limitación del vecino parque del río Llobregat.

La empresa creará una sociedad conjunta para explotar los terrenos que tiene improductivos

La ampliación, que quiere poner en marcha este semestre sin dilación, forma parte de esas cosas con sentido. Otra de ellas, a juzgar por lo visto, es la incorporación de la empresa al negocio inmobiliario con el desarrollo de las más de 2.000 hectáreas de terrenos que son de su propiedad en los entornos de los principales aeropuertos. De esas 2.000 hectáreas, unas 925 corresponden a Madrid; 340 a Barcelona y las restantes se distribuyen por otros aeropuertos.

Se trata de sacar rentabilidad a algo por cuya expropiación se pagó una millonada y ahora, tras haber realizado las obras pertinentes, está improductivo. Para desarrollar esta idea, Aena tiene previsto sacar en próximas fechas un concurso para contratar un banco de inversión que asesore en el diseño y trace las líneas maestras del negocio, que entraría en funcionamiento en 2019, según las previsiones. De momento, ya han pasado por la sede de las empresas toda suerte de bancos.

El esbozo que maneja la compañía se centra en utilizar los terrenos para potenciar la actividad de carga y logística, en patente crecimiento, y la instalación de hoteles y edificios de oficinas, entre otros servicios. Lo que se prevé es que se constituya una sociedad conjunta con mayoría de Aena que estaría separada del negocio aeroportuario, aunque complementaria. También podría hacer concesiones durante determinados años. El banco que sea contratado debe también ayudar a buscar los inversores que pongan el dinero.

El previsto crecimiento internacional queda en estudio hasta ver su conveniencia

Queda en estudio otra de las patas que estaban en cartera por el anterior responsable, el crecimiento internacional, que pasaría por América Latina, Reino Unido y Estados Unidos. Un proyecto ambicioso que requiere un diseño adecuado y la posible participación de socios locales o fondos de inversión que apoyen la iniciativa.

Lo que, por otra parte, parece claro es que el grupo mantendrá su actual estructura societaria. Es decir, el Estado continuará con el control del 51% a través de Enaire. La empresa salió a Bolsa hace ahora tres años, en febrero de 2015, con una oferta pública de venta del 49%. En este tiempo ha multiplicado por tres su valor pasando de los 58 euros a los que salió a los 178 que cotizaba esta semana. Precisamente, el anterior presidente, que había aterrizado en la compañía con el mandato de hacer una saneamiento financiero y salir a Bolsa hace cinco años, era partidario de aumentar la presencia privada tener una mayor autonomía de gestión y así se lo planteó; pero se encontró con la oposición del Gobierno, que considera mucho más eficaz para su actividad seguir con la mayoría pública. Sin duda, en su marcha (“por motivos personales”) algo tuvieron que ver esas circunstancias y el rechazo del Ejecutivo a su propuesta de lanzar sobre Ebertis una contraopa por Abertis competidora a la de la itlaiana Atlantia .

Un gestor con perfil político

M. Á. N.

Jaime García-Legaz es un técnico comercial del Estado, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por CUNEF y doctor en Economía por la Universidad Complutense. Este murciano de 49 años fue, antre 2011 y 2016, secretario de Estado de Comercio, cargo que dejó para presidir Cesce, la compañía pública de seguros y crédito a la exportación. Hombre de partido fue el elegido por el Gobierno para dar el perfil político que quería para Aena después de que José Manuel Vargas, decidiera abandonar la nave.

Fuente: El País