El grupo textil Adolfo Domínguez va a unificar sus marcas (AD+, U, y Adolfo Domínguez) en una sola, con el nombre del diseñador que fundó la empresa. El proceso, que se ha iniciado ya y culminará en otoño, se llevará por delante 110 empleos, el 8,3% de los 1.325 empleados que tiene actualmente la compañía, según ha informado en un hecho relevante enviado a la CNMV.

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Tal como anunció el pasado 25 de abril, las tres marcas del grupo AD, U y Adolfo Domíguez, se fusionan en una sola, Adolfo Domínguez. Un proceso de simplificación empresarial para concentrar todos los esfuerzos tras haber pasado una gran crisis en 2016. El proceso conllevará la transformación o cierre de 115 tiendas de las líneas U, AD+ y mixtas para vender solo la nueva marca. Al final, las 472 tiendas actuales quedarán reducidas a 416, en 29 países, lo que explica el despido de esos 110 empleados.

Según afirma la empresa, planea iniciar un expediente de regulación de empleo (ERE)  de «despido colectivo, movilidad y modificación de las condiciones de trabajo por causas económicas, productivas y organizativas que afectará a 110 puestos de trabajo». Los despidos se producirán principalmente en las tiendas situadas en centros comerciales, que es donde tiene tiendas de las submarcas U y AD+. La empresa espera que el proceso se lleve a cabo de forma «responsable, ordenada y consensuada» con los empleados.

Según la empresa, la unificación de marcas «persigue generar eficiencias en diversas áreas del sistema de producción y una mejora de la tesorería» que se comenzarán a notar en próximos ejercicios. Los costes de la fusión harán que los posibles beneficios no se noten todavía en las cuentas de este año, en las que esperan beneficios después de dos años, 2016 y 2017 en números rojos. La firma gallega perdió el año pasado 6,7 millones, un resultado que fue considerado positivo tras las pérdidas 22,7 del año anterior. Además, incrementó sus ventas un 3,1%, hasta 113,7 millones.

Era el segundo incremento seguido de ventas desde 2006, una de las primeras señales positivas tras haber pasado una fuerte crisis durante la Gran Recesión. En 2012, fichó al directivo Estanislao Carpio, procedente de Camper, pero tampoco este profesional supo enderezar las cuentas. Durante su etapa, las ventas no dejaron de caer —incluso tuvo que vender su edificio estrella, en el paseo de Gracia de Barcelona— y en 2016, Adriana, una de las hijas del modisto, tomó las riendas. Los números, por el momento, parecen respaldar su gestión, aunque por el momento a costa de que la empresa perda tamaño (en 2011 facturó 153,1 millones de euros con casi 2.000 empleados).

Fuente: El País